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Líderes compitiendo por un pequeño pastel

Takuya

Líderes que se pelean por una pequeña tarta

"No debes tomar lo que no es tuyo"—es una regla simple que todos aprendimos de niños. Incluso si quieres algo, no se trata de quitarlo a la fuerza de otros, sino de compartirlo amablemente. Nuestros padres y maestros nos lo repetían una y otra vez, y seguramente los líderes actuales también les enseñaron lo mismo a sus hijos. Entonces, ¿por qué cuando crecen y llegan a posiciones de poder, parece que olvidan esta enseñanza?

Al crecer, en una sociedad competitiva, es fácil caer en la trampa de priorizar nuestros propios intereses. Nos enfocamos tanto en el éxito personal, las ganancias de la empresa o la prosperidad de nuestro país, que dejamos de lado la consideración por los demás y la equidad. Pero lo que no podemos olvidar es que no importa cuántas ganancias obtengamos; si esas ganancias provienen de quitarle algo a los demás, no serán sostenibles. El descontento y el resentimiento se acumulan y eventualmente se convierten en problemas graves que nos afectan a todos.

Por ejemplo, existen conflictos por recursos y tierras. Si un país intenta apoderarse de los recursos de otro país o expandir su territorio, puede que obtenga beneficios temporales, pero el resultado final suele ser guerras a gran escala y destrucción ambiental. Estos problemas no solo afectan a ese país, sino que repercuten en todo el mundo. Y lo más preocupante es que quienes más sufren son los niños que vivirán en el futuro.

Lo mismo ocurre con la competencia entre empresas. Cuando las grandes corporaciones persiguen beneficios ignorando los derechos de las pequeñas empresas o de los trabajadores, puede que los accionistas y directivos obtengan ganancias a corto plazo, pero a largo plazo, esto solo genera descontento entre los trabajadores y desestabilización social. En un entorno así, nadie puede vivir con tranquilidad, y al final, se daña la prosperidad de toda la sociedad.

Por eso, es crucial que ahora más que nunca reconozcamos la importancia de "compartir amigablemente" y lo llevemos a la práctica. Al distribuir recursos y beneficios de manera justa y al respetar los derechos y la felicidad de los demás, podemos construir una sociedad sostenible. Esto es clave para la prosperidad a largo plazo, ya sea a nivel individual, empresarial o nacional.

Para dejar un mundo pacífico y próspero a las futuras generaciones, debemos elegir ahora el camino de "compartir" en lugar de "quitar". Esta es una responsabilidad que todos tenemos, tanto como individuos como miembros de la sociedad. Y para ello, debemos empezar por reflexionar sobre nuestras elecciones y acciones en la vida cotidiana.

En resumen, todos deseamos un mundo en el que podamos vivir felices y en paz. Para lograrlo, es necesario tener la voluntad de compartir con los demás en lugar de arrebatarles lo que es suyo. Si adoptamos esta mentalidad ahora y actuamos en consecuencia, podremos transmitir estos valores a las próximas generaciones.

¡Viva la humanidad!

PR

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